Eternum, la galaxia del fin: descubre el horror cósmico del Continuus Nexus

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Eternum: el abismo galáctico donde comienza el fin del Continuus Nexus

Pocas veces en la historia de los multiversos la palabra “galaxia” ha significado tanto terror, tanto misterio y tanta muerte como en el caso del Eternum. No es simplemente una región estelar, ni una estructura astrofísica en expansión. Es una anomalía arquetípica, un tumor en el cuerpo del tiempo. Es el final hecho cosmos. La última frontera, no porque esté más lejos, sino porque más allá de ella… no hay nada.

El Eternum nació —o más bien se rasgó— como resultado de un evento sin precedentes: la Conjunción Infernal. No fue una explosión ni una creación ex nihilo, sino una ruptura. Un desgarrón absoluto del tejido del multiverso que arrastró miles de sistemas de tiempo, espacio y existencia disímiles, fusionándolos violentamente en una sola entidad imposible de cartografiar. Una galaxia monstruosa con novecientos mil trillones de soles, más vasta que cualquier otro cúmulo conocido, aislada del resto del universo por una expansión tan extrema que ni siquiera la luz de otras galaxias la alcanza.

Un origen marcado por el dolor

Lo que las crónicas llaman la Conjunción Infernal fue más que un cataclismo. Fue la agonía de la realidad misma. Sistemas completos, líneas temporales alternativas, versiones paralelas de civilizaciones humanas y no humanas, fueron vomitados dentro de una matriz común: el Eternum. Como hojas arrastradas por una corriente de sangre, estos fragmentos de historia chocaron entre sí: astros colapsaron, galaxias menores se fundieron, el espacio-tiempo chirrió como una máquina forzada a funcionar más allá de sus límites.

No quedó nada intacto. Los que sobrevivieron lo hicieron al precio de su cordura. La locura se convirtió en la nueva atmósfera galáctica. Las leyes físicas se descompusieron. Las certezas se disolvieron. Las culturas que habían llegado al Eternum con estructuras sociales y cósmicas definidas, pronto se vieron atrapadas en una espiral de adaptación o extinción. Los mundos mutaron, las razas se contaminaron, las almas se corrompieron. Nadie salió indemne.

El Ojo del Khaos: el dios herido

En el corazón del Eternum se encuentra el Ojo del Khaos, un agujero negro de dimensiones imposibles. Su masa excede la de cúmulos galácticos enteros. Su gravedad altera la luz a parsecs de distancia. Pero más que un fenómeno físico, es una entidad, una presencia, una conciencia herida y latente. Muchos creen que es una suerte de dios moribundo, una consciencia que se retuerce en el centro del abismo y cuyo sueño genera las distorsiones del Eternum.

Este pozo de oscuridad es el eje gravitacional y metafísico de la galaxia. Todo gira en torno a él, incluso lo que no tiene forma. Desde él emanan distorsiones que alteran el flujo del tiempo, la coherencia de la materia y las reglas de la lógica.

Una geografía sin mapa posible

Ningún mapa estelar ha logrado describir con precisión el Eternum. Su estructura galáctica carece de eje, no tiene simetría, y no obedece a ninguna ley astrofísica conocida. Y sin embargo, en su desesperación por comprenderlo, las civilizaciones supervivientes han diseñado una cuadrícula simbólica para organizarlo:

Veinticuatro cuadernas, divididas en cuatro regiones horizontales (vinculadas a los Aspectos del Khaos: Ankar, Envar, Ekron e Isvar) y seis niveles verticales, desde la pureza absoluta de Alun hasta la oscuridad total de Chabok.

Pero esta organización es solo una máscara. Un intento fallido de imponer orden sobre el caos. Porque en el Eternum, las coordenadas no se comportan como en ninguna otra galaxia. El espacio es fluido. Las rutas cambian. Las distancias se comportan como membranas vivas que se expanden o se contraen según leyes desconocidas. Incluso el tiempo puede invertirse, ramificarse o detenerse.

Los grandes contendientes: Exo y Khabal

En este infierno cósmico, dos entidades se disputan el control: los Exo y el Khabal.

Los Exo no son una raza. Son el eco de una humanidad futura, una forma de existencia que ha trascendido la carne, el tiempo y la moral. Son orden, propósito, memoria. Arquitectos de estrellas, sus tecnologías son reliquias imposibles incluso para las civilizaciones más avanzadas. Su misión parece ser conservar el equilibrio del cosmos, aunque sus métodos sean incomprensibles o crueles.

El Khabal, en cambio, representa la entropía consciente. No desea gobernar: desea corromper. No busca orden: busca redefinir la existencia a través del caos, la aberración y la locura. Donde los Exo construyen, el Khabal infecta. Donde los Exo sellan, el Khabal abre portales de vacío.

Este conflicto lleva milenios. Pero el Eternum ha convertido esta guerra en algo más íntimo y más absoluto. Aquí, no hay zonas neutrales. Cada estrella, cada civilización, cada conciencia, es un campo de batalla.

Las anomalías: arterias del nuevo infierno

Tras la Conjunción Infernal, las antiguas tecnologías de curvatura colapsaron. Las distancias volvieron a importar. Pero el Eternum, como un ser viviente, generó su propia red circulatoria: una malla de anomalías estelares, deformaciones espaciotemporales que conectan sectores distantes de forma impredecible.

Estas arterias oscuras son la única forma de viajar entre regiones del Eternum. Son peligrosas, inestables, impredecibles… pero esenciales. Por ellas transitan flotas imperiales, piratas estelares, exiliados, cultores del Khaos y viajeros condenados. Cada anomalía es única. Algunas están custodiadas por guardianes. Otras ocultan secretos olvidados por el tiempo. Y otras… llevan a donde nunca debió irse.

Ecos de la guerra eterna

A lo largo de las novelas de Khaos y Oscuridad y La Senda de las Estrellas, el Eternum se convierte en el escenario principal donde se desenvuelven las últimas grandes guerras del multiverso. En “La Gran Expansión”, Revar, ya transformado por el Khabal, lidera la Yihad Infernal contra mundos indefensos . En “Eternum, la Conjunción Infernal”, Reimius sacrifica su línea espacio-temporal para sellar una grieta en la realidad, intentando detener a las huestes del Rey Brujo .

Y luego, en La Senda de las Estrellas, los supervivientes de distintas razas comienzan una nueva peregrinación, liderada por exomantes, nodianos y antiguos cazadores, intentando descifrar el propósito final del Eternum y buscar una salida.

Porque el Eternum no es una prisión fortuita. Es una trampa diseñada por fuerzas inconcebibles, tal vez no para atrapar, sino para probar, corromper o destruir lo que queda de la conciencia en el universo.

La redención improbable

Y sin embargo, hay quienes resisten. Los herederos de la Vía Láctea, los exiliados de Corona Australis, los hijos del Exodus y las naciones dispersas de humanos y post-humanos no se rinden sin lucha. En los bordes del Eternum, aún arden colonias rebeldes, refugios de sabiduría, naves vivientes que sueñan con otra época.

El Eternum se alimenta del miedo, del conocimiento robado y de la desesperación, pero no ha conseguido apagar la última chispa: la de la voluntad.

Porque si el Eternum es el infierno, tal vez en su centro más oscuro, aguarde también una puerta. Una última elección.

¿Qué viene después?

El Eternum no es el final. Es el inicio del ciclo más sombrío del Continuus Nexus. Y las series Khaos y Oscuridad y La Senda de las Estrellas son los únicos relatos que nos guiarán a través de él. Revar, Kynes, Mayra, Silas, Riela, Reimius, Esquilo… todos caminan sobre un suelo que se quiebra bajo sus pies.

La guerra aún no ha terminado. Y lo peor… está por comenzar.

Todos los libros de la serie aquí.

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