Resumen: La Senda de las Estrellas abre la última frontera: el viaje del Explorador Oscuro y de los exomantes que se atreven a guiarlo por los restos del tiempo, la carne y la memoria. Es el eco final de todo lo vivido… y quizás el preámbulo de lo que vendrá después.
La Conjunción Infernal quebró la realidad misma. Fusionó líneas espacio-temporales en una única herida irreparable. Y la humanidad, desgarrada y dispersa, fue lanzada hacia una galaxia ignota: Eternum. Tan alejada en el tiempo que las demás galaxias ya no son visibles, solo leyendas perdidas. Diez milenios estándar después de ese cataclismo, nace esta nueva saga, en un universo donde el pasado es un mito y la esperanza, una superstición.
En Eternum, todo ha mutado. Tecnologías olvidadas, especies híbridas, dogmas rotos y legados biológicos alterados conforman un orden que ya no puede llamarse humano. Las viejas palabras —Imperio, Exo, Khaos— apenas conservan su eco. Pero el horror, la traición y la necesidad de redención siguen vivos.
Aquí se alza Kynes, el cazador de demonios, un rōnin errante marcado por la espada maldita de Abaddón, condenado a vivir entre sombras y pesadillas. Junto a él viaja Esquilo, un joven sin linaje conocido, y Mayra, la exomante de mirada azul, portadora de un poder ancestral que ya no pertenece al linaje Kheb ni a los Estirpe, sino a algo más antiguo, más vasto… y más temido.
A su lado camina Ká, avatar de la entidad que fue el Axia y el Profeta, ahora convertido en guía y conciencia de la última senda posible. Ellos cruzarán mundos como Nod, cuna espiritual de los exomantes; explorarán fortalezas olvidadas como Thalam, la estación sin tiempo; enfrentarán cultos degenerados como los Hijos del Vacío; y descubrirán estructuras interestelares imposibles como la Columna de los Mil Ecos, donde la realidad se disuelve.
La Senda de las Estrellas no es una historia de viaje, sino de transición. El Explorador Oscuro no es una nave: es una entidad sagrada, un templo biomecánico Exo que respira, muta y elige. A través de sus cámaras vivas, los protagonistas vivirán realidades inducidas, enfrentarán su pasado reconfigurado y decidirán si aún son humanos… o ya no.
En su trayecto, se cruzarán con los Señores del Crepúsculo, heraldos del olvidado Khabal, una entidad que habita en el fondo de la creación, donde la luz ya no alcanza. Su propósito es incierto, pero su presencia lo infecta todo. Son enemigos que no luchan, sino que inducen. No conquistan, disuelven.
Los viajes llevarán al Explorador a mundos devastados, como Aphra, donde los exiliados meditan sobre su culpa; o Mithra, una esfera de gravedad inversa donde el tiempo fluye hacia atrás. Allí, los antiguos mitos cobrarán nueva forma, y los protagonistas descubrirán fragmentos olvidados del linaje Arryn, de la sangre de Jeor, de la maldición de Sael, y de los secretos enterrados de los Constructores.
La Senda de las Estrellas es la culminación de todas las sagas anteriores. Es el resultado directo de La Pureza, la consecuencia de Khaos y Oscuridad, y el eco final de Leyendas del Sol Negro. Pero no es el fin del Continuus Nexus. Es su pregunta más terrible.
Porque cada paso más allá de la luz revela un abismo. Y cada criatura gestada en las cámaras del Explorador Oscuro lleva consigo una verdad: quizá no hay redención, solo mutación. Quizá no hay salvación, solo evolución. Quizá no hay alma… solo una resonancia que repite, inmutable, la canción de los condenados.
Y aun así… caminan. Porque al final de la senda, quizás aguarde un nacimiento. O el eco último de una especie extinta que aún se atreve a soñar.
Todos los libros de la serie aquí.
La Senda de las Estrellas
Cazador de Demonios (1)
Tras la caída de los exoditas y la larga noche de la Conjunción Infernal, los mundos humanos del Eternum aún se estremecen bajo las cicatrices de una guerra cósmica que desgarró el tiempo y las estrellas. El universo no ha sanado: solo sangra en silencio.
En este primer volumen de La Senda de las Estrellas emerge Kynes, un rōnin errante y mestizo de linajes extintos, condenado a portar la espada maldita Abaddón. Forjada en metal corrupto por el Khaos, la hoja es un parásito hambriento de sangre, un demonio que susurra en la oscuridad y que exige sacrificios para guardar silencio. Kynes huye de sí mismo tanto como de los Reinos Crepusculares que lo persiguen, viajando por desiertos infinitos, ruinas olvidadas y estaciones perdidas, buscando un propósito más allá de la redención: la destrucción de la criatura que habita su propia arma.
En paralelo, Esquilo, el más joven de los hijos del descubridor del Explorador Oscuro, lucha por sobrevivir en Nod, una colonia erigida sobre los huesos de civilizaciones sepultadas hace milenios. Ignora aún que en su sangre duerme un secreto capaz de despertar reliquias exoditas que ni los sacerdotes del Khaos ni los descendientes de los Kheb han logrado comprender. Su destino acabará entrelazado con el del cazador, y juntos se enfrentarán al juicio de un pueblo que comercia con tecnologías olvidadas sin saber que están a punto de invocar poderes más antiguos que los dioses.
El exoportal ha vuelto a encenderse. Bajo las aguas sombrías de Nod, el Explorador Oscuro —arca viviente y templo estelar— aguarda dormido y hambriento. Treinta y tres elegidos han sido señalados para cruzar hacia lo desconocido. Pero en el corazón del Eternum, cada elección abre heridas irreversibles, y nada, jamás, es lo que parece.
El Navegante (2)
Ha pasado un año desde la activación del exoportal. El joven Esquilo, marcado por las cicatrices del pasado y portador de un legado olvidado, ha aceptado el peso de su destino: convertirse en el Navegante del Explorador Oscuro, la astronave viviente que yació dormida durante milenios bajo las aguas de Nod. Despertada por su sangre, la nave inicia ahora un viaje sin retorno a través del Eternum, atravesando anomalías cósmicas, cementerios estelares y mundos muertos donde reposan los secretos de civilizaciones perdidas.
Pero la travesía no es solo hacia las estrellas: es también hacia la verdad. Junto a él viaja Mayra, la enigmática exomante de piel azulada rescatada de un sarcófago milenario, guardiana de un poder que nadie comprende del todo. Y tras ellos, como sombra y como espada, marcha Kynes, el cazador de demonios, condenado a vigilar y a destruir todo aquello que lleve la marca del Abaddón. Entre los tres se teje una alianza frágil, sostenida por el miedo, la necesidad y el destino.
Ruinas imperiales corroídas por la herrumbre, dioses dormidos que aguardan en silencio, horrores infernales olvidados por la historia… cada salto del Explorador Oscuro acerca a la tripulación a una revelación más antigua que la propia humanidad. Mientras la nave se alimenta del corazón de los soles que devora, el muchacho siente cómo su propio corazón late al mismo compás, como si el Arca y él fueran una misma criatura. Un vínculo que podría conducirlos a la salvación… o a la condena eterna.
La Senda de las Estrellas continúa. El Navegante ha despertado.
Y en su despertar, el universo comienza a temblar.
La Exomante (3)
En un rincón olvidado del Eternum, donde ni siquiera las máquinas se atreven a soñar, una mujer escucha el eco de algo más antiguo que las estrellas.
Mayra no busca respuestas. Las lleva inscritas en su propia sangre.
Tras la caída de Thyara, un artefacto imposible la conduce hacia una colosal estructura suspendida en la negrura, como un pensamiento detenido en mitad del vacío. Lo que al principio parecía una simple misión de reconocimiento se convierte en una peregrinación hacia lo más profundo de sí misma. Porque el cilindro no se recorre: se revela. Y Mayra no entra en él… despierta dentro de él.
Mientras la tripulación del Explorador Oscuro observa con temor reverencial aquello que no puede comprender, la joven exomante avanza entre pasillos de geometría sagrada, templos vivos que respiran y símbolos que pronuncian un nombre que jamás había escuchado… y que, sin embargo, siempre le había pertenecido.
Lo que despierta en su interior no es solo poder. Es herencia. Es promesa. Es amenaza.
Y cuando Mayra abra los ojos como la verdadera Exomante, la realidad se fracturará en un destino irreconocible.
Porque hay revelaciones que no redimen, solo transforman.
Y en su transformación, nada volverá a ser como antes.
Lo que debe saber… – La Senda de las Estrellas
Personaje | Descripción | Rol en la trama | Relaciones y conflictos |
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Kynes, el cazador de demonios | Un rōnin errante, de piel grisácea, orejas puntiagudas y mirada vacía, marcado por la maldición de la espada Abaddón, un arma viva que reclama sangre. Su cuerpo lleva las cicatrices de guerras olvidadas y su voluntad oscila entre la redención y la condena. | Actúa como guía y guardián oscuro de Esquilo y Mayra, aunque sus motivaciones son ambiguas. Es a la vez protector y amenaza. | Su vínculo con la espada maldita lo consume; su lucha contra los Señores del Crepúsculo refleja su propia batalla interior. Ve en Esquilo la inocencia que perdió y en Mayra la clave de un destino que lo supera. |
Esquilo, el Navegante | Joven de unos veinte años, atractivo y delgado, con cabello corto y mirada inquieta. Hijo del descubridor del Explorador Oscuro, hereda un linaje roto y un destino impuesto. Su conexión de sangre despierta la nave Exo dormida bajo las aguas de Nod. | Es el Navegante del Explorador Oscuro. Encarnación del viaje iniciático, pasa de ser un muchacho inseguro a un líder obligado a tomar decisiones que alteran la historia. | Comparte con Mayra un lazo espiritual y emocional. Admira y teme a Kynes. Su conflicto interior es no saber si su destino es suyo o dictado por fuerzas más antiguas. |
Mayra, la Exomante | Mujer joven de unos 25 años, de largo cabello negro, mirada azulada y porte sereno. Su piel refleja el contacto con energías no humanas. Rescatada de un sarcófago ancestral, está unida a poderes Exo que ni ella comprende del todo. | Representa la voz espiritual de la saga. A través de ella los Exo dejan de ser reliquia para convertirse en destino. Su despertar en el cilindro revela secretos que trascienden a la humanidad. | Su vínculo con Esquilo se mezcla entre amor, fe y destino compartido. Es observada con recelo por Kynes, que reconoce en ella tanto salvación como amenaza. |
Ká, el avatar | Proyección viva de la entidad que una vez fue el Axia y el Profeta. Su forma es cambiante, a veces luz, a veces sombra. Habla en acertijos, pero guía a los protagonistas hacia el núcleo del Eternum. | Es el guía metafísico de la travesía. Encarnación del nexo entre lo humano y lo divino, muestra los caminos, pero nunca las respuestas. | Su relación con Esquilo y Mayra es paternal y distante, mientras que Kynes lo detesta, viendo en él la sombra de antiguas traiciones. |
El Explorador Oscuro | Más que una nave, un templo vivo, un Arca Exo que respira, sueña y guarda secretos prohibidos. Forjado en los albores del Khaos, contiene respuestas que ningún humano debería escuchar. | Es el escenario central de la saga. Su voluntad propia conduce a los tripulantes más allá de lo imaginable, alimentándose de estrellas y mostrando realidades inducidas. | Está unido a la sangre de Esquilo, pero responde también a Mayra. Kynes lo desprecia, temiéndolo como una prisión viviente. |
Los Señores del Crepúsculo | Entidades oscuras, siervos del Khabal, que emergen como sombras entre realidades fracturadas. Su forma es humana y monstruosa a la vez, portadores de un terror antiguo. | Son los antagonistas principales. Persiguen al Explorador Oscuro y buscan someter a los exomantes, sembrando destrucción. | Representan el destino inevitable del Khaos. Son el espejo de Kynes, que ve en ellos lo que podría llegar a ser si cede a Abaddón. |
Abaddón, la espada maldita | Hoja negra, forjada en el metal corrupto del Khaos, con inscripciones que laten como carne. Se alimenta de sangre y susurra al oído de Kynes con voz de condena. | Es casi un personaje propio. Motor del tormento de Kynes y catalizador de las tragedias que acompañan al grupo. | Encadena a Kynes a un destino oscuro. Reacciona ante Mayra y Esquilo como si reconociera en ellos la sangre de algo mayor. |
Nod, mundo natal | Mundo oscuro, construido sobre ruinas de civilizaciones olvidadas. Sus desiertos, mares muertos y templos sumergidos son el escenario inicial de la saga. | Punto de origen de Esquilo y del despertar del Explorador Oscuro. | La colonia que lo habita representa la humanidad quebrada, que comercia con restos Exo sin comprender su peligro. |